Hace unos días el teólogo Jon Sobrino anunció desde El Salvador, capital del país más pequeño del continente, que el proceso para la canonización de Monseñor Óscar Arnulfo Romero fue destrabado por el propio Papa Francisco y en breve será reconocida su santidad de manera oficial. El acontecimiento se reviste de gran significación justamente a los 35 años de su asesinato. Si bien, para muchas organizaciones, grupos y creyentes el reconocimiento del Vaticano no tiene relevancia, pues ya lo consideran un santo – modelo de vida cristiano – desde hace muchos años; para la inmensa mayoría de los creyentes del mundo deviene un acontecimiento sobre todo por su firme posición ante la opresión y la arbitrariedad.
El anuncio de este reconocimiento no es menor para millones personas que viven en contextos de violencia generalizada e impunidad y que se preguntan cómo vivir hoy cristianamente ante las nuevas formas de dictaduras y represión estructural. En este sentido, por ejemplo, miles de salvadoreños han salido en días pasados a las calles de la capital salvadoreña para exigir justicia por el asesinato de los sacerdotes jesuitas españoles Segundo Montes, Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Armando López, Juan Ramón Moreno y el salvadoreño Joaquín López quienes fueron ejecutados con disparos en la cabeza tras ser puestos de rodillas en el jardín exterior de la casa en la que vivían dentro del campus de la Universidad Centroamericana aquel 16 de noviembre de 1989. Junto con esos jesuitas fueron asesinadas sus colaboradoras Elba y su hija Celina Ramos. Veinticinco años después la impunidad prevalece.
Monseñor Romero fue desde su asesinato un modelo de vida cristiana para muchos creyentes, particularmente en América Latina. Algunos de ellos y ellas formaron espacios de reflexión que hoy siguen vigorizando con su acción y ejemplo de vida a la iglesia en muchas partes del mundo. Un ejemplo de estas instancias son los “Comités Romero” que nacen a partir del 24 de marzo de 1980, fecha en que es asesinado Mons. Óscar Romero y que inspirados en valores de justicia, solidaridad y fraternidad cristiana trabajan en muchas partes del continente por impulsar tales valores.. Existen Comités en América Latina y Europa, coordinados muchos de ellos, en el Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los pueblos de América Latina (SICSAL). Estos comités editan y distribuyen el libro más vendido año con año en el continente que es una agenda con la memoria de los mártires que han dado su vida por la justicia, la verdad y el amor en la región: la Agenda Latinoamericana.
Los comités son muy activos en muchos países del continente realizando campañas, promoviendo la reflexión y el estudio sobre todo de la Biblia y manteniendo la memoria de lo que ha sucedido en América Latina. La espiritualidad que tiene como ícono a Monseñor Romero mantiene decenas de sitios de Internet donde se encuentran libros, pensamientos, folletos y expresiones de una esperanza a toda prueba.
Más allá de los comités hay muchas instancias inspiradas en la vida de este gran arzobispo de El Salvador como por ejemplo la Fundación Romero en el mismo Salvador. Esta Fundación, dirigida por padres jesuitas, apoya procesos sociales y acciones de vida cristiana. Otro ejemplo es la Romero House, de los padres Betlemitas, con sede en Lucerna, Suiza, que es un modelo de acogida y solidaridad, donde la espiritualidad basada en la vida de este gran salvadoreño atrae a miles de personas cada año. En Toronto, Canadá existe un albergue para refugiados de todo el mundo que inspirados en el valor de Romero, por la defensa de los derechos humanos, lleva su nombre. En Santa Cruz California, Estados Unidos, una instancia de análisis jurídico para la defensa legal de los más pobres de esa región lleva el nombre de Romero Institute. A lo largo y ancho del mundo hay decenas de escuelas y centros de defensa de derechos humanos que llevan su nombre, lo mismo en Dublin que en Holanda o en Tokio.
Miles de creyentes año tras año celebran el 24 de marzo la fiesta de este mártir y conjugan su memoria con las luchas que viven de manera cotidiana. La memoria de Romero en las celebraciones de la eucaristía, tienen un significado muy particular al recordar que este pastor fue asesinado celebrando justamente el sacramento del amor compartiendo el pan y el vino.
La trascendencia de Romero, va más allá de las fronteras de la iglesia católica. Es muy notable cómo la iglesia Anglicana ha reconocido su santidad, mucho antes que los propios de casa, en su iconografía y en su devocionario al colocar su imagen en la abadía de Westminster junto con otros grandes como el mártir Martin Luther King y el místico Dietrich Bonhoeffer.
Ha impactado tanto el testimonio de Monseñor Romero en la vida de miles de personas en el mundo que las Naciones Unidas, han tomado en honor de este gran cristiano el día 24 de marzo como el día de la Verdad. En efecto, el 21 de diciembre de 2010 la Asamblea General de la ONU proclamó el 24 de marzo como el “Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas”. Este día, día del martirio de este santo, en todo el mundo se recuerdan a las víctimas de las violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos y la importancia del derecho a la verdad y a justicia – tan reconocida necesidad por todos particularmente en este momento en México –. Dice la propia ONU, en su resolutivo, que un objetivo fundamental de mantener este día como día de la Verdad, es “Reconocer en particular la importante y valiosa labor y los valores de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, de El Salvador, quien se consagró activamente a la promoción y protección de los derechos humanos en su país, labor que fue reconocida internacionalmente a través de sus mensajes, en los que denunció violaciones de los derechos humanos de las poblaciones más vulnerables y su dedicación al servicio de la humanidad, en el contexto de conflictos armados, como humanista consagrado a la defensa de los derechos humanos, la protección de vidas humanas y la promoción de la dignidad del ser humano, sus llamamientos constantes al diálogo y su oposición a toda forma de violencia para evitar el enfrentamiento armado, que en definitiva le costaron la vida el 24 de marzo de 1980” (http://www.un.org/es/events/righttotruthday/).
De esta manera, muchas Comisiones de la Verdad, hoy tan florecientes en el mundo, como expresiones de la Justicia Transicional, tienen como punto de referencia este día y se apoyan en los principios que este cristiano implantó y vivió a cabalidad.
El martirio de Romero ha inspirado a decenas de artistas, músicos y poetas. Es un tema recurrente hoy en obras de teatro y en películas. Al menos hay 10 grandes películas con el tema de este mártir. Canciones tan populares como “El padre Antonio y su monaguillo Andrés” del salsero Rubén Blades, tiene su inspiración de este gran santo; la famosa pintura del franciscano Robert Lentz, de origen norteamericano revolucionó la iconografía cristiana de finales del siglo XX con su pintura de Mons. Romero. Hay una famosa obra sinfónica escrita por el brasileño Jorge Antunes que sigue cimbrando hoy las salas de concierto en el mundo. El obispo Pedro Casaldaliga compuso uno de sus más famosos poemas, inspirado en el testimonio de su compañero y amigo Óscar Arnulfo, dándole el título popular de “San Romero de América”. Terminemos nuestro homenaje con un fragmento de este poema: “El ángel del Señor anunció en la víspera…/ El corazón de El Salvador marcaba/ 24 de marzo y de agonía. / Tú ofrecías el Pan, / el Cuerpo Vivo/ -el triturado cuerpo de tu Pueblo; / Su derramada Sangre victoriosa/ -¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre/ que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!”
Pablo Romo Cedano
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