Los festejos del 1° de enero de 1994 habían iniciado muchos días antes del fin del año. El entonces Presidente Salinas celebraba el ‘salto al primer mundo’ con su secretario de gobernación Patrocinio González. Llegaban a su quinto año del sexenio con una euforia sin límites por la nueva relación comercial con Estados Unidos y Canadá. México estaba con el TLC en la frontera con el primer mundo y estaríamos a punto de dar el paso. No lo dimos.
El EZLN se encargó de despertarnos al México real de los millones de excluidos y empobrecidos víctimas de las políticas neoliberales, la corrupción y la demagogia. El concepto de desarrollo que favorece a unos pocos se enfrentaba a un ¡ya basta! de muchos.
El 1° de enero del 2011 nos despertamos con la noticia que más de 800 granaderos del gobierno capitalino desalojaban a vecinos de La Malinche, en el nombre del desarrollo, aprovechando la obscuridad mediática de los primeros días de enero. Seguramente el Frente Amplio contra la Supervía Poniente no se opone obtusamente al ‘progreso’; se opone a que este ‘progreso’ pase por encima de sus vidas.
Es tiempo de menos granaderos y más mesas de diálogo, más mecanismos de acuerdos, más transporte público, más agendas políticas y sociales que busquen otras rutas de desarrollo: sustentable y al alcance de todos. ¿No es ya tiempo para que los primeros de enero sean tiempo para festejar para todos?
Dejar una Respuesta