En diciembre pasado, la Asamblea General de la ONU proclamó el 24 de marzo como el Día Internacional para el Derecho a la Verdad. Se trata de conocer la Verdad en relación con las violaciones graves de los derechos humanos (dh) y para la Dignidad de las Víctimas. Este derecho promueve la importancia de la memoria de las víctimas y rinde tributo a quienes han dedicado su vida a la lucha por promover y proteger los dh y a quienes la han perdido en ese empeño.
La Asamblea de la ONU lo hace en honor de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, de El Salvador, quien se consagró activamente a la promoción y protección de los dh particularmente de los más vulnerables, exigiendo la verdad a las autoridades que respondían con propaganda. Mons. Romero llamó al diálogo en un contexto de guerra y denunció la injusticia, lo que le costó la vida justo el 24 de marzo de 1980.
El derecho a la Verdad es un reclamo de las víctimas que no sólo por habérsele violado algún derecho sino que también porque se les ha difamado, tergiversando la historia y la verdad. De ahí el surgimiento de las Comisiones de la Verdad en Sud África, Guatemala, El Salvador, Argentina, etc. La verdad es el cimiento de toda democracia. Ante el “calumnia que algo queda”, es mejor: “la verdad nos hace libres”. Contar la verdad ante la propaganda oficial es un derecho que ahora tiene un día para celebrarlo: festejémoslo y exijamos este derecho, por ejemplo en Oaxaca, Chihuahua o en Guerrero.
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