“Al fin de la batalla y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: “¡No mueras, te amo tanto!” Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo”. Así inicia uno de los poemas más famosos de Casar Vallejo. La historia que narra el poeta es de un combatiente de toda la vida que está muriendo, que muere. La trama es sencilla hay quienes se van acercando poco a poco acompañando y clamando para que no muera, “pero el cadáver hay, siguió muriendo”.
El próximo 8 de mayo llegará a la Ciudad de México procedente de Cuernavaca la marcha contra la impunidad y contra la guerra, llamada “estamos hasta la madre”. Cientos, miles de personas nos reuniremos en silencio para poner nuestro cuerpo en la calle y clamar contra una guerra que nadie nos preguntó si la queríamos. Cientos, miles de personas han desaparecido, han sido heridas, han quedado huérfanos; han muerto en esta guerra. Los diagnósticos dicen que el problema es de salud pública, entonces ¿qué hacen los militares en las calles? Otros diagnósticos dicen que se lavan miles de millones en los bancos y no hay ningún banquero ni herido ni en las cárceles.
Es una guerra fallida, un gobierno fallido, una ciudadanía que corres el riesgo de fallar si se sigue considerando espectador de un talk-show. “Entonces, todos los hombres de la tierra/ le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; /incorporóse lentamente, / abrazó al primer hombre; echóse a andar…”. También opino que hay que estar en esa caminada.
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