Conocí al maestro Miguel Ángel hace muchos años en las cabinas de Radio UNAM. En varias ocasiones tuve el privilegio de ser invitado en su programa. Su emisión era agua fresca en muchas regiones, fuera de la Ciudad de México, donde la radio es un espejo triste de los gobernantes. Lo recuerdo gozando en la cabina, con los ojos cerrados, buscando la palabra precisa; apasionado por detalles reveladores.
Como parte de la Comisión de Mediación, entre el Gobierno Federal y el EPR, su presencia ayudó siempre a ponderar, a dar el beneficio de la duda, a matizar jurídicamente los puntos delicados, a equilibrar y a exigir con firmeza la verdad ante la detencióndesaparición forzada, de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, tarea de la COMED. El maestro realizó la introducción al último libro que publicamos en esta Comisión de Mediación.
Quizá se trate de su última ‘Introducción’ a un libro que haya escrito. Nos deja su palabra, aprecio y respeto. Guardo su sonrisa, su humor sencillo y franco. En muy poco tiempo nos han dejado ya tres miembros de la COMED: Carlos Montemayor, Don Samuel Ruiz y ahora Miguel Ángel Granados Chapa. Y más allá de la COMED, el país pierde una voz crítica e inteligente, un hombre cabal, sincero: ¡Cuánta falta hará en estos tiempos!
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