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No basta estar conectados

Nobasta

“Hoy vivimos en un mundo que se va haciendo cada vez más ‘pequeño’; por lo tanto, parece que debería ser más fácil estar cerca los unos de los otros.” Así inició su reflexión el Papa Francisco en el contexto de las Jornadas Mundiales de la Comunicación Social realizadas el pasado 24 de enero en Roma.  Al constatar el desarrollo de la tecnología en favor de la comunicación el Papa señala que si bien nos acerca cada día más unos a otros, sin embrago “en la humanidad aún quedan divisiones, a veces muy marcadas” y más adelante agrega que: “no basta pasar por las «calles» digitales, es decir simplemente estar conectados: es necesario que la conexión vaya acompañada de un verdadero encuentro”.

La insistencia del Papa Francisco no es una curiosa ocurrencia, habla de lo que ve y conoce: “A nivel global vemos la escandalosa distancia entre el lujo de los más ricos y la miseria de los más pobres. A menudo basta caminar por una ciudad para ver el contraste entre la gente que vive en las aceras y la luz resplandeciente de las tiendas”.  Su reflexión empuja a no acostumbrarnos ante las distancias humanas y la indiferencia: “Nos hemos acostumbrado tanto a ello que ya no nos llama la atención”.

¿Por qué nos acostumbramos? ¿Por qué la indiferencia ante el que sufre? Quizá porque pensamos como los grandes corporativos de la comunicación quieren que pensemos.  Veamos, en México, que la primera fuente de información para generar opinión es la televisión y ésta está controlada en un 87.6% por el duopolio televisivo Televisa – Azteca, es decir por dos familias (fuente: Comisión Federal de Competencia).  La segunda fuente de información que los mexicanos usan para formarse una opinión sobre su realidad y tomar decisiones es la radio. Si bien no está tan brutalmente concentrada en su propiedad, solamente cuatro cadenas controlan el 47.8 % del total de las emisoras en el país, sí lo está si vemos que sólo 14 familias controlan el 76% del sector comercial de la radio (televisa y azteca incluidas). Es decir, los mexicanos en su inmensa mayoría forman su opinión y “saben”, “conocen” gracias a que 14 familias le informan a la población sobre su realidad y la realidad de sus hermanos. Carlos Monsiváis con aquella ácida ironía solía decir que la televisión es la nueva “Santa Madre” que informaba y formaba a los mexicanos y que la Iglesia ya no lo era. O también se puede decir, que “si no apareces en la tele no existes”, de ahí la urgencia de los hombres y mujeres públicos de aparecer en ella a cualquier precio.

El Papa habla de la exclusión, marginación y pobreza en esta última Jornada de la Comunicación y obviamente no salió en la tele. Y agrega en su discurso del 24 de enero: “En este mundo, los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos”. Pero las televisoras nos unen a la familia de sus patrocinadores solamente para consumir sus productos. “Comunicar bien nos ayuda a conocernos mejor entre nosotros, a estar más unidos. Los muros que nos dividen solamente se pueden superar si estamos dispuestos a escuchar y a aprender los unos de los otros. Necesitamos resolver las diferencias mediante formas de diálogo que nos permitan crecer en la comprensión y el respeto”.

En tanto, presenciamos en silencio la guerra que hay entre el duopolio televisivo y el gigante de la telefonía que se disputan el espectro radioeléctrico. Una guerra que simplemente significa para el televidente y consumidor de minutos de telefonía un cambio de canal con los mismos programas y otro gigante que defina la opinión de los mexicanos nada distante de la ofrecida por el duopolio.

El Papa Francisco, cuando habla de comunicación y de la “cultura del encuentro” está hablando de algo muy distinto a solamente zapear con el control del televisor cambiando de una cadena a la otra.  Habla de tener el control para poder encontrar a la persona, al otro. Se requiere de tiempo y paciencia: “Necesitamos ser pacientes si queremos entender a quien es distinto de nosotros”. La proximidad que genera la era digital requiere de otro paso, para cumplir la parábola del buen samaritano que es el hacerse cargo. Mientras que las televisoras nos invitan a “hacernos cargo del otro” evadiendo sus impuestos en un teletón, Francisco nos dice que necesitamos amar y ser amados y va más allá: “la neutralidad de los medios de comunicación es aparente: sólo quien comunica poniéndose en juego a sí mismo puede representar un punto de referencia. El compromiso personal es la raíz misma de la fiabilidad de un comunicador. Precisamente por eso el testimonio cristiano, gracias a la red, puede alcanzar las periferias existenciales”.

Así, mientras la comunicación para el creyente es posibilidad y oportunidad de encuentro para muchos dueños de los medios de comunicación ha significado poder y riqueza: en México desde Miguel Alemán, pero en otros países es lo mismo: Silvio Berlusconi en Italia o en su tiempo en Brasil con Fernando Color de Mello.  De los cinco más ricos del mundo – según Forbes – tres pertenecen a la industria de la comunicación.

En este contexto, – concluye el Papa Francisco dirigiéndose a los creyentes – “la revolución de los medios de comunicación y de la información constituye un desafío grande y apasionante que requiere energías renovadas y una imaginación nueva para transmitir a los demás la belleza de Dios”.

Pablo Romo Cedano

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