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Radios comunitarias

Radios

“Estás escuchando Radio Tepeyac, estrella de la evangelización.  A continuación ‘Medita y reflexiona el evangelio de hoy’, en la voz, Monseñor Enrique Díaz y más adelante, ‘Palabras de Vida’ en lengua tzotzil.  Tú sintonizas 93.3 de FM.  No te vayas, sigue con nosotros”.  El locutor deja paso a una suave música. Las ondas hertzianas se expanden por toda la ciudad de San Cristóbal y sus alrededores, una repetidora, a cuatro kilómetros retransmite la señal de la buena nueva, un programa más de Radio Tepeyac que transmite sin permisos federales pero con miles de personas de audiencia, que le dan su anuencia.  La diócesis de San Cristóbal decidió tener su propia radio, en manos de laicos, hace pocos años, sin contar con la autorización de la SEGOB, porque la burocracia lo ha impedido.  Se lanzó al mundo de la transmisión en onda abierta aprendiendo con el tiempo a predicar por este medio tan novedoso para un país como México.  Allá en las montañas del sureste mexicano, las radios comunitarias no son una novedad, algunas transmiten con algún permiso o un amparo y la gran mayoría sin permiso.  Muchas radios pertenecen a iglesias protestantes y cristianas, otras a grupos campesinos, a los zapatistas o pueblos indios. El alcance de las radios comunitarias es muy reducido pero logran su objetivo de informar a la población cercana de los acontecimientos locales, ayudan a la comunicación entre vecinos y difunden su temática sea religiosa, sea política o social.

En otro lado, allá en la Montaña de Guerrero otra estación de radio transmite en Náhuatl, Mixteco, Tlapaneco y español. Informa que los maestros llegarán un día después de lo planeado, pues se encuentran en Chilpancingo y se les pide a los padres de familia que no lleven a sus hijos ese día a la escuela, sino hasta el siguiente. Otro anuncio llama la atención que don Crescencio, el de Platanar, mató una de sus vaquitas y hay carne para vender.  Allá, la noticia de que el Señor obispo llegará a las confirmaciones por la carretera que baja a Tlapa. “XEZV La Voz de la Montaña transmite para usted”. La voz de la Montaña cumple un rol que ni Televisa, con todo su poder; ni el Internet que une al mundo, pero que no llega a las comunidades de la Montaña, pueden satisfacer. Las radios así llamadas comunitarias cumplen un papel fundamental para el tejido social, que México ha negado de manera sistemática, fortaleciendo los grandes consorcios de las comunicaciones.

La Nueva Ley de Telecomunicaciones

Por primera vez en la historia del país, la nueva Ley de Telecomunicaciones reconoció la existencia de las radios comunitarias.  Ya en el 2005 se había logrado un primer paso en México para reconocer 11 estaciones de radio, sin embargo, la nueva ley en el 2014 reconoce que existen las radios.  A pesar de ello, – señala la Asociación Mundial de Radios Comunitarias en México AMARC – no cumple con las expectativas democratizadoras de la reforma constitucional.  Señala: “En relación a los medios sociales, el senado mexicano desperdició la oportunidad de saldar una deuda histórica con las voces marginadas, la legislación secundaria pudo ser el ariete para combatir la discriminación hacia las comunidades y pueblos indígenas, fomentar la pluralidad y diversidad de las expresiones; para que en el país no sólo sea la voz del duopolio televisivo la que siga resonando”.

¿Cuáles son los problemas que la nueva ley secundaria presenta para este universo de radios sociales? Parece que todas las radios, de diversos espectros coinciden en señalar que la nueva ley no les posibilita sustentabilidad económica. En efecto, la ley prohíbe que estas radios emitan comerciales.  En compensación, dicen los legisladores, se les asignará el 1% de publicidad oficial “para zanjar el problema de no permitirles publicidad”, sin embargo, no es claro cómo se distribuye, quién lo asigna o cómo obtenerlo.  La publicidad oficial se puede convertir en una moneda de cambio por favores en la imagen que se presente de quienes otorgan dicha publicidad. En otras palabras, dice Aleida  Callejas: “se convierte la publicidad oficial en la compra de voluntades: una televisa en chiquito”.

Otro problema es la incertidumbre jurídica que genera el artículo 85 cuando deja abierta la posibilidad de que discrecionalmente se pidan más requisitos de los que la propia ley establece para transmitir. La ley establece una serie de documentación y permisos, pero deja abierto que las autoridades locales pidan más permisos u obstaculicen tales a fin de evitar transmisiones incómodas.

La AMARC señala en un comunicado protestando contra la ley secundaria aprobada el pasado mes de julio que la ley “confina a los medios sociales en las altas frecuencias para la banda de FM, restricción que violenta el principio de igualdad ante la ley y por tanto se considera como discriminatoria. A nivel técnico, debido a la orografía en donde están situadas estas emisoras, las altas frecuencias impiden la transmisión de señales con calidad y/o que los radioescuchas tengan problemas para sintonizarlas”.  Otro problema para las radios comunitarias indígenas es que quedan con la nueva ley secundaria de alguna manera bajo la tutela de la Comisión Nacional del Desarrollo de los Pueblos Indígenas.  Es decir, nuevamente usan de un tipo de corporativismo clientelar de nuevo corte para que los pueblos indios puedan transmitir en sus idiomas y en sus regiones.

Quizá lo más grave de todo, en la nueva ley es que mantiene el sentido pasado de criminalización a quien abra una radio comunitaria sin permiso. Mantiene el espíritu de la censura y la facultad a las autoridades del instituto de comunicaciones para decomisar los aparatos que transmitan sin el consentimiento expreso de la autoridad.

Después de la LEY

En este sentido, la cacería de brujas, una vez aprobadas las reformas se inició contra las radios comunitarias deteniendo a locutores, incautando aparatos y censurando.  Por ejemplo, el pasado 18 de agosto la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas y Todos” (Red TDT), externaron su preocupación por las agresiones de que fueron objeto las radios comunitarias nahuas “La voz del Pueblo de Zacatepec” y “Radio Axocotzin”, en Tlaxcalantzingo Puebla. La velocidad para cumplir la nueva ley fue fulminante para los chiquitos, en tanto aún hoy no hay acuerdo de quienes en el mundo de las grandes ligas tiene o no preponderancia: como si fuera tan difícil adivinar quién la tiene.

Otra agresión ocurrió en Luvianos, una localidad del Estado de México que colinda con Guerrero y Michoacán. Indalecio Benítez Mondragón, locutor y fundador de la radio comunitaria fue víctima de un atentado, por parte de un comando armado, cuando regresaba a su casa con su familia causando la muerte de su hijo. Las radios comunitarias del Istmo Radio Huave, Radio Xadani, Radio Voces de los Pueblos y Radio Totopo, también han sufrido represalias por difundir información sobre el rechazo a los proyectos eólicos y la defensa del territorio por parte de las comunidades indígenas Ikots y Binizá (Boletín de la Red TDT 8.8.14).

La persecución contra las radios sociales o comunitarias es consecuencia de la molestia que causan a los poderes locales que con frecuencia se sienten incómodos por ser criticados. Por ejemplo, Alma Delia Olivares fue detenida en Veracruz y trasladada a Tepic Nayarit el 28 de febrero pasado por el delito de “contaminación auditiva”, delito inexistente en las leyes mexicanas, pero fabricado ad hoc contra la comunicadora por las molestias que causaban sus comentarios a las autoridades locales.  Alma Delia fue obligada a pagar una fianza de más de 400 salarios mínimos para poder salir de la cárcel.

Veracruz es uno de los estados de la federación con mayor violencia contra periodistas y sus ataques se dirigen constantemente contra comunicadores comunitarios.  Otro caso es el de Paola Ochoa, comunicadora de la Radio Comunitaria Identidad, llamada anteriormente Radio Diversidad, le fue confirmada la sentencia por el Tribunal Unitario de Circuito a dos años de prisión, pago de una multa y la pérdida de sus derechos civiles y políticos por el uso de una frecuencia sin permiso.

Un hecho dramático en torno a las radios comunitarias sucedió hace seis años en la comunidad triqui de Juan Copala, en tiempos de la gubernatura del priísta Ulises Ruiz: Felícitas Martínez y Teresa Bautista, jóvenes indígenas que conducían buena parte de la transmisión de la Radio comunitaria la Voz que Rompe el Silencio, fueron asesinadas el 7 de abril de 2008. El hecho fue doblemente grave si se toma en cuenta que las jóvenes mujeres estaban, junto con toda la comunidad, bajo una protección especial de ‘medidas cautelares’, que el gobierno del estado no cumplió.

Las radios comunitarias en el mundo

Las radios de corto alcance, comunitarias, sociales o libres como también se las llama, son según la ONU un mecanismo de transmisión de cultura, fortalecen los lazos comunitarios y crean comunidades de audiencia que une a la población.  Para las poblaciones indígenas, son un instrumento poderoso para reconocer su lengua, enriquecerla y fortalecerla.  Son referentes necesarios para combatir la hegemonía de los grandes consorcios y para poder generar válvulas de escape de la presión social: dando cauce a la diversidad de expresiones.

Las radios comunitarias en Australia son un vehículo donde miles de jóvenes experimentan y ofrecen su servicio social o voluntariado.  Existen en ese extenso país, más de 400 estaciones con permisos oficiales y representan la tercera red de comunicaciones más importante del país, generando centenas de millones de dólares de ganancias. Argentina con una serie de leyes incompletas y laxas tiene un conjunto de más de 4 mil estaciones de radio comunitarias que van desde 10 watts de potencia hasta los 400 que normalmente tienen en ese país para transmitir, sea en plena ciudad como en lugares remotos.  En Bangladesh las radios comunitarias se han convertido en la voz de los sin voz con cientos de estaciones donde jóvenes, hombres y mujeres, toman un lugar en la sociedad y se comprometen con su voz a representar a quienes no la tienen. Para Bangladesh la radio comunitaria es el instrumento por el cual millones de personas se informan, se educan, y se relacionan. En Venezuela las radios están controladas por los comités vecinales y suman más de 250 las que existen en esa nación, transmitiendo mucho de lo que el Estado quiere y algo de lo que los vecinos necesita.  En España la mayoría de las radios comunitarias transmiten sin permiso por más que las leyes evolucionan y sancionan a quienes “por la libre” toman la frecuencia.  Las estaciones del Estado Español nacen al finalizar la dictadura, como un modo de empoderarse como sociedad. Ya no digamos en la India, donde las radios comunitarias, “piratas”, toleradas, oficiales, permitidas, son decenas de miles y transmiten lo mismo música nueva que expresiones religiosas que cohesionan a la comunidad.

En la Ciudad de México, hay varias estaciones que transmiten sin permiso y con una buena audiencia.  Son espacios “contracorriente” del modelo acostumbrado de radio que conoce el capitalino: se trata de Ke-huelga 102.9 FM y Regeneración 105.3 FM ambas transmiten desde algún lugar desconocido cerca de Copilco (quizá en CU) y mantienen una programación variada, antisistémica e irregular para el gusto estándar del conductor en el tráfico del DF; los conductores de la radio jóvenes, a veces muy jóvenes, se tropiezan, repiten, dicen perogrullos tan campantes y consideran que con ellos cambiarán el mundo: ahí están y lo mismo hablan con verdades tremendas que comentan una opinión que acaban de oír en el pesero; se dirigen a todos, a quienes los escuche sin ningún empacho, sabiéndose clandestinos y con el valor de su micrófono. Pero cuando nos acercamos a las estaciones comerciales para contrastar, tenemos programas patrocinados por bancos y cadenas comerciales de ‘gran prestigio’ hablando de la cuija o del poder de las pirámides con la misma sapiencia de los grandes sabios de Oriente y Occidente.  Así, la crítica contra las comunitarias por su falta de preparación se compensa con la rancherita del cuadrante – esa sí muy legal y comercial – que habla de las mismas verdades de fe, pero patrocinadas.

Las estaciones de radio comunitaria son más que una realidad, un desafío para un futuro que muy pronto se enfrentarán con transmisiones vía 4G, Internet o aplicaciones en dispositivos móviles.  Los segmentos de audiencia se fragmentan cada vez más en el mundo de las radios y música en Internet en medios urbanos, pero en los espacios rurales la radio y particularmente la radio comunitaria tiene un futuro asegurado en el futuro inmediato.

Algunas diócesis y parroquias en el país han optado por generar podcast o radios en la Internet, “transmitiendo” para quienes los busquen, sin necesidad de salir al aíre: un aire plagado de persecuciones y problemas. Así, Radio Católica Orizaba genera una serie de programas que escucha quien los busca en la red. Lo mismo hará muy pronto Diócesis de Querétaro Radio, que presentará una producción de podcast en el mismo sentido que en Orizaba.

El Uso de la Radio en la historia

Si bien, la Radio fue censurada por el Vaticano a principios del siglo XX, pues ‘la voz humana, metáfora de la voz divina, Palabra que se hace carne, no debía y no podía ser – banalizada – transmitida por ondas hertzianas’; pocos años más tarde se inauguró Radio Vaticana.  En efecto, el 12 de febrero de 1931 a las 16:30, el Papa Pío XI, inauguraba Radio Vaticano pronunciando ante sus micrófonos, en latín, el primer radio mensaje pontificio de la historia, en presencia del inventor de la radio y realizador de la emisora, el científico italiano Guillermo Marconi.  Junto a Marconi se encontraba el cardenal Secretario de Estado, Eugenio Pacelli (futuro Pío XII) y del primer director de la emisora, el jesuita Giuseppe Gianfranceschi.  Radio Vaticana hoy es un oasis en el mundo de las grandes ligas de la radio, pues sus programas, particularmente sus noticieros son una aguja crítica al sistema de corrupción en el mundo y mantiene miles de colaboradores que nutren con toda la objetividad que son capaces, las noticias de lo que sucede en un mundo enfermo y con ansias de nuevos horizontes.

La radio en la historia del siglo XX ha desempeñado un papel fundamental para orientar el caminar de millones de radioescuchas y seguirá siendo en la era digital un medio clave para formar opinión, construir conciencias y desarrollar espacios de construcción social.

La importancia de la Radio fue tal que la CIA, agencia de inteligencia de Estados Unidos desarrolló un sistema radiofónico en todo el mundo para transmitir los mensajes de “libertad y democracia” de aquél país y difundir – como propaganda – las ideas redentoras del mercado.  Radio América fue un instrumento por años que la propaganda del imperio del Norte usó para adoctrinar a sus fieles y muy pronto aprendieron los rebeldes en América Latina a contrarrestar esta fe con sus radios “piratas” como la clásica de Radio Farabundo Martí, dirigida por algunos años por jesuitas, o Radio la Voz de Sandino en Nicaragua.

Las pequeñas radios, las comunitarias, las libres, las sociales, las que transmiten las iglesias son y seguirán siendo por algunos años los espacios de construcción de la nueva comunidad virtual.

Coartar la existencia, limitar su capacidad o controlar a estas radios es explícitamente rechazar el derecho a la libre expresión.  Que las iglesias en el país tengan acceso a programas y a radios es un salto cualitativo al respeto de libre expresión y a la libertad religiosa y consolida el espíritu laico de un Estado que reconoce derechos para todos. Que los jóvenes tengan capacidad de expresarse por este medio es una expresión sana de un Estado democrático. La ley en telecomunicaciones tiene que modificarse para reconocer los derechos de todos y todas y no solamente de dos grandes familias que controlan la opinión del 98% de la población.

Laudetur Iesus Christus. Inicia la retransmisión de Radio Vaticano para usted aquí, desde las montañas del sureste mexicano” Es la señal que empiezan las noticias que Radio Vaticano produce para América Latina para las radios, particularmente las radios comunitarias.  La tecnología se une a necesidad de escuchar una voz diferente del márquetin político: “inician 25 minutos de noticias”.  En breve tiempo, los radioescuchas de Sancris oyen otras voces que la de Joaquín López Dóriga y del duopolio del país: se habla de los cristianos en Irak y no de la necesidad de bombardear a sus adversarios; se habla de los hermanos ortodoxos de Ucrania y no sólo de los separatistas rusos.  Los análisis internacionales enriquecen a la audiencia con otras visiones y no la de ‘nuestros patrocinadores’.  Allá en La Montaña de Guerrero, también tienen otras visiones y otras voces: los maestros no son los ‘terroristas’ de la tele, sino el tío del locutor, la mamá de la niña de la esquina, el sobrino del cura del pueblo bajando la carretera.

Los desafíos de la comunicación en nuestro país aún son muchos.  Quien controla la comunicación controla la opinión pública. Quien está bien informado adquiere poder para tomar decisiones.  Las claves están en la emisión y en la recepción.  La ley tiene que equilibrar más aún la balanza: es insuficiente la ley.  Es preciso que haya más, muchos más permisos de transmisión de radios comunitarias en el país: la democracia lo exige, el derecho también.

Pablo Romo Cedano

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