Declararon una guerra sin consultarnos, sin estudiar la mínima cartografía del poder. Sin medir sus fuerzas ni la tropa leal. Se lanzaron a la aventura pretendiendo distraer la opinión pública y fundamentalmente la necesidad real de la gente. Prometieron trabajo y el crimen organizado es el mayor empleador del país. Creyeron que olvidaríamos el 0,56%.
Se aliaron con los agentes más turbios del mundo sin avisar a sus gobernados, de hecho los dejaron meter sus aviones sin pilotos y les pidieron su asesoría en los cuarteles; recibieron dinero extranjero, les compraron armas a los peores espías, sus municiones y repuestos; y compraron sus planes con nuestro dinero. Llenaron de jóvenes militares las calles en el nombre de su seguridad; catearon miles y miles de casa de ciudadanos inocentes; desaparecieron miles más sin tener nada que ver en su guerra. Miles han muerto en daños colaterales. Si no se hacía escándalo, no se investigaba. Nunca investigaron a los que extorsionaban cientos de miles de comercios. Toleraron, por decir lo mínimo, los casinos donde tahúres e inocentes pedían fortunas y la vida. Dejaron ir a cientos de miles de conciudadanos sin protección.
Miles de viudas deambulan buscando de morgue en morgue. Cientos de miles de huérfanos esperan en las calles. Miles de desempleados buscan trabajo. Decenas de miles lugar en la universidad. ¡Y ahora nos piden que nos unamos a ellos, que les creamos, que brindemos por su acción!
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